¡No a la cumbre de saqueadores en Lausana!

Stop-Pillage es una coalición de organizaciones, grupos e individuos. Nos oponemos al sistema del Norte de acaparar la riqueza del Sur y a sus desastrosas consecuencias humanas y medioambientales.

Cada año, la Cumbre Mundial sobre Materias Primas del Financial Times reúne en el Palacio Beau-Rivage de Lausana a los dirigentes de las principales empresas comerciales del mundo y a representantes del mundo financiero y bancario. Con este motivo, Stop-Pillage organiza una contracumbre (14-16 de marzo) para denunciar el saqueo sistemático de los recursos en el Sur Global. Llamamos a todos los que rechazan estas injusticias a movilizarse, para recordar a todos que la comodidad de unos pocos no puede seguir construyéndose sobre la destrucción de los demás. La lucha contra el capitalismo globalizado y el extractivismo legitimado por motivos racistas es una lucha por un mundo en el que los recursos naturales estén al servicio de las personas y no de los beneficios.

Nuestro estilo de vida occidental, sinónimo de comodidad, se basa en gran medida en el extractivismo y la explotación de los recursos naturales y humanos. Desde el teléfono que utilizamos hasta los cepillos de dientes eléctricos, las bicicletas y productos cotidianos como el café y el azúcar, gran parte de lo que consumimos procede de materias primas obtenidas en el Sur Global. Estos recursos se extraen o cultivan en condiciones inhumanas, alimentando cadenas de suministro que empobrecen a las poblaciones locales al tiempo que destruyen sus ecosistemas. Este modelo de crecimiento insaciable se refleja incluso en la llamada transición energética «verde», que requiere cada vez más recursos. El litio, esencial para las baterías de los coches eléctricos, es un ejemplo: su extracción en Chile consume 400.000 litros de agua por hora, destruyendo ecosistemas y amenazando a poblaciones ya golpeadas por la sequía. La búsqueda de un medio ambiente sano en Occidente deslocaliza así la contaminación y los impactos, perpetuando un sistema en el que las poblaciones de la periferia del Norte global, en su mayoría no blancas, pagan el precio de nuestra comodidad y de nuestra negativa a cambiar nuestro modelo de consumo. Así pues, tenemos la responsabilidad colectiva de no mirar hacia otro lado, sino de asumir nuestra responsabilidad y actuar para denunciar estas injusticias y contribuir a construir un mundo más justo y solidario.

Así, el capitalismo, intrínsecamente extractivista y racializado, permite a las multinacionales y a sus accionistas obtener ganancias colosales explotando materias primas esenciales para nuestra vida cotidiana. En Suiza, centro comercial mundial, se comercializan masivamente recursos como el oro, el carbón y el petróleo, generando enormes ganancias sin siquiera tocar suelo suizo. Por ejemplo, Glencore, multinacional con sede en Zug y activa en la República Democrática del Congo, vio aumentar sus beneficios de 1.200 millones a 12.000 millones de dólares entre 2021 y 2022, pese a ser responsable de graves violaciones de los derechos humanos. En la República Democrática del Congo, la empresa facilitó transacciones mineras fraudulentas, a menudo vinculadas a prácticas corruptas, lo que contribuyó a masacres en gran escala. Sus actividades han exacerbado la pobreza, causando destrucción ambiental y alimentando un ciclo de sufrimiento para las poblaciones locales, ya debilitadas por condiciones de vida precarias y violencia sistémica. Este modelo ilustra un sistema de acaparamiento de riqueza en detrimento de las poblaciones del Sur, cuyos recursos naturales son saqueados sin compensación real, alimentando una crisis ecológica que conduce a desplazamientos masivos y a la creación de refugiados climáticos. En este contexto, la justicia climática se vuelve inseparable de la crisis política donde la violencia sistemática agrava aún más la injusticia global y la precariedad de las poblaciones.

El genocidio en Gaza y el extractivismo en la República Democrática del Congo, crisis que reflejan un sistema neocolonial, ilustran un régimen de muerte donde las vidas de los blancos son privilegiadas, mientras que las de los no blancos son reducidas al sufrimiento y la explotación, al servicio del desarrollo y el enriquecimiento de los países occidentales. Este sistema se basa en la deshumanización sistemática, transformando las vidas humanas en “recursos” explotables. En Gaza, por ejemplo, la reducción de los palestinos a una animalidad imaginaria sirve para justificar su aniquilación, estableciendo una separación radical entre lo Humano y el “Otro”. Este mecanismo, intrínseco al racismo, alimenta la dominación al excluir a pueblos enteros de la humanidad. Esta lógica imperialista, que legitima la opresión y la violencia, debe ser deconstruida para reconocer el valor intrínseco de cada vida y lograr la verdadera igualdad. En este contexto, actores como Glencore, involucrados en un cártel global que facilita las exportaciones de carbón a Israel, contribuyen directamente a los crímenes genocidas contra el pueblo palestino. Mientras tanto, las empresas comerciales están prosperando gracias a estas crisis y fortaleciendo el PIB suizo. La 14ª Cumbre internacional sobre el comercio de materias primas, prevista del 24 al 26 de marzo de 2025 en Lausana, encarna esta dinámica: los dirigentes de las multinacionales, los banqueros y los financieros están desarrollando estrategias para sacar aún más provecho de estas convulsiones.

Stop-Pillage, una coalición de colectivos, organizaciones e individuos comprometidos, se opone a los imperialismos del siglo XX. Las empresas suizas se benefician directamente de este sistema a través de la explotación masiva de la mano de obra extranjera y de la repatriación de los beneficios obtenidos por sus filiales, al igual que los bancos, que acogen las fortunas de las élites del Sur, desviando así recursos fiscales esenciales para financiar las necesidades de las poblaciones. Denunciamos la complicidad activa de las autoridades suizas que ofrecen a las multinacionales un paraíso fiscal, una regulación débil y una opacidad que favorece la explotación. Nuestras reivindicaciones son claras: exigimos el fin del extractivismo, símbolo del capitalismo racial, el desmantelamiento de los gigantes comerciales suizos y del paraíso fiscal suizo, el reconocimiento del derecho de los pueblos a disponer de sus recursos y un modelo económico basado en la justicia social y climática.

¡Únete a nuestra lucha!